Pese a ser el enclave de
mayor antigüedad, y con todo y ser considerada la “Capital Histórica de las
Californias”, la ciudad no llegaba a los 15000 habitantes en el censo del año 2010.
Lo reducido de su población
no sólo es consecuencia del despoblamiento que ocurrió con la desaparición de
la población indígena, sino también por desastres naturales como temblores y
ciclones. Por otro lado, la migración interna debe ser de alguna importancia,
ya que desde hace mucho tiempo las principales opciones de educación y empleo
se hallan en el sur del estado.
Si uno busca información, se
encuentra con que la misión fue abandonada en 1822, y en 1829 el poblado fue
arrasado por un ciclón, momento en el que la capital del territorio se trasladó
al sur. También puede leerse que la iglesia se colapsó en 1877 a consecuencia
de un temblor. Es hasta la década de los 60’s del siglo XX que se inicia la
reconstrucción del templo y que la ciudad inicia un nuevo periodo de
crecimiento, en gran medida impulsado por la construcción de la carretera
transpeninsular, la cual se concluyó hace apenas 40 años.
Seguramente debido a que en
muchas ocasiones el material de construcción fue el adobe, además de los
desastres naturales, la ciudad en realidad no cuenta con muchas construcciones
antiguas. Ahora les presento algunas fotos que tomé en el año 2006 de lo que es
la Misión.
La calle que pasa frente al templo conduce al Palacio Municipal, y luce así:
La que sigue es del año
2013; el edificio a la izquierda se utilizó como escuela pública hace unos 50
años. Actualmente es el “Museo de las Misiones”, que tiene una exposición
permanente que vale la pena ver.
Por último, les presentó una
vista del malecón, que mide poco más de un kilómetro, y el pequeño muelle
turístico. A mí me gusta mucho que adornen estos lugares con esculturas. La del
tiburón ballena me parece bastante buena.
Si uno quiere recorrer la
península en toda su longitud, y quiere hacerlo por un camino pavimentado,
necesariamente pasará a un costado de Loreto, yo pienso que vale la pena parar,
y dedicarle tiempo a conocerlo.
A mí lo que más me mueve a
regresar son su museo, la plaza en que se asienta el templo de la Misión, y el
hecho de que es la puerta de entrada a la Sierra de la Giganta, que aunque no
fuera más que por el nombre, es algo que vale la pena ver, y adentrarse aunque
sea un poco en sus estribaciones y cañones. Recientemente me dí cuenta de que también
debe agregarse la posibilidad de visitar el “Parque Natural Bahía de Loreto”, que
incluye la Isla Coronado, que recién presenté acá.
Pero también me es grata la
mezcla de orgullo, sencillez y hospitalidad de quienes viven ahí, amén de un
excelente helado de guanábana.
En fin, espero que alguna de
las fotos les haya gustado y los anime a conocer Loreto.
RRS