Hace tres semanas volví a ir a "
Los Encinitos". Me gusta mucho ir ahí, ya que hay la oportunidad de observar algunas de las plantas más altas que se dan por estos rumbos, como son las palmeras nativas, los amates, los mezquites y, claro, los encinos.
En esa ocasión me di cuenta, en forma muy marcada, de la diferencia entre salir a pasear y salir a tomar fotografías, lo cual hace poco me lo señaló
Mariana.
Y es que éste fue un paseo muy agradable, pero con pocas fotografías. De todos modos quiero mostrárselas, ya que todas son nuevas e ilustran algunas cosas que no comenté antes.
Bueno, para empezar unas flores que estaban ahí, en esas tierras aparentemente inhóspitas.

La que sigue es una pitaya dulce junto con un "Palo Adán". Me gustaron sus sombras. La pitaya parece una estrella de mar (¿o un cangrejo?) que hubiese entrado a la tierra nomás para ver como era. El "Palo Adán" nomás está ahí, exhibiendo sus miserias.

Esta es una pitaya dulce calcinada por un rayo.

Y aquí un encino arroyero, de quién sabe cuantos años, haciendo honor a su nombre.

Aquí están las "tapas" de sus bellotas.

Según yo lo que sigue si va a ser novedad.
Y es que viene a ser que desde hace unos tres siglos (que fue cuando los españoles lograron asentarse en la península), algunos marranos se hicieron cimarrones, es decir, en BCS el cerdo es una especie introducida que se volvió "invasora".
La verdad yo no tenía ni idea de que los cuinos son en realidad jabalíes domesticados (
Sus scrofa). Total, una vez que vuelven a ser silvestres, retoman parte de sus caracteres físicos y de conducta.
Es decir, se organizan en grupo y pueden ser realmente agresivos, sobre todo los verracos.
Bueno, la verdad es que las fotos que pongo aquí son de bichos que si andan como a la libre, pero que son parte de lo que son los ranchos y caseríos en esa zona. Es decir, eran mansitos.


Recién me entero de que por acá se está dando cierta discusión en relación a los cochis salvajes. Por un lado hay quienes consideran que los marranos silvestres deberían eliminarse por los daños que ocasionan en los ecosistemas (las piaras se mueven según la existencia de sus alimentos, según yo entre los 500 y 2000 metros sobre el nivel del mar). Por otro, hay quienes piensan que ya tienen "derecho de residencia", es decir, después de tres siglos ¿qué tanto daño adicional podrán hacer? La verdad es que yo me inclino por una cacería regulada.
Ya, para acabar, dicen que los cochis silvestres son muy sabrosos, en gran parte por comer las bellotas de los encinos, pero que si matas a uno de un balazo, debes esperarte a que se disperse la piara, porque si no, te atacan. Así que ya saben lo que yo sé.
Bueno, acá abajo la idea es ilustrar la coexistencia de los encinos, las palmeras y, más arriba, las pitayas.
A mí me maravilla el poder ver esa estratificación, que les permite repartir recursos, competir y "toda la cosa" como diría mi abuela.



Y éste es un farallón del cauce, que ilustra parte de lo que les venía diciendo.

Y aquí los bellísimos amates, que son adorno esencial de los cauces de BCS, así como mi vicio fotográfico personal.


Al final acabamos en una ranchería que procura convertirse en un destino ecoturístico.
Pienso que esa es una de las mejores opciones de desarrollo que se tienen por acá.
La verdad es que, lo malo, es que acá el efecto del contraste entre el poder adquisitivo de los gringos y el nuestro es muy marcado, al grado de que para los oriundos los precios de esos "destinos" pueden ser excesivos.

Guácala, qué feo iba a acabar. Mejor les pongo otra flor y una vista del retorno a La Paz.


RRS