Y es que lo que ocurre es que en la taxonomía de las plantas los caracteres que se consideran más relevantes son los relativos a sus flores, mas que, por ejemplo, el tallo, raíces, hojas y frutos. Es decir, siendo sus flores similares, pues no era de extrañar que se les considerase estrechamente emparentadas.
Pero lo cierto es que me acabo de conseguir un libro muy especializado de Cactáceas*. Ahí escriben que los estudios de biología molecular indican que las chollas y los nopales son de géneros diferentes, las chollas pertenecen al género Cylindropuntia, y los nopales se quedan en Opuntia.
Me gusta mucho el nombre del género ya que, efectivamente, los lóbulos de las chollas tienen una forma que se asemeja a un cilindro, y eso lo hace fácil de recordar. Revisando mi nuevo libro también aprendí que hay 33 especies de cholla, y que en la península de Baja California se encuentran 18 de ellas. En BCS hay nueve, y en la zona que he visitado más, únicamente hay seis.
Parecería entonces que me debería ser fácil decirles que tal foto es de fulanita especie y tal otra de zutanita, pero no es así; no sólo es porque no soy botánico, sino porque en su identificación precisa lo ideal es, como ya dije, poder observar y estudiar sus flores.
En ese sentido les diré que, en unos cuatro años que llevo fijándome mucho en la vegetación de BCS, únicamente en una ocasión me encontré con una flor que valiera medio la pena de fotografiar. La presenté aquí.
Sin embargo, como ya he dicho en otras ocasiones, las chollas son plantas que han llegado a gustarme, creo que sobre todo por empecinadas y mañosas, así como por sus formas estrafalarias. Las fotos que les presento ahora son de cuatro sitios diferentes de la parte sur de la península, a ver si les gusta alguna.

La que sigue me gustó porque parece una estrella de mar que se hubiera salido para ver cómo era la tierra firme.

La que sigue, según yo, parece una mantis religiosa.

Algo que se me hace muy curioso es que, pese a que no me las encuentro con botones o flores, no es raro que las vea cargadas de tunas. Casi como si me estuvieran maloreando. La verdad es que empiezo a pensar que son capaces de producir frutos sin producir flores. Tengo que averiguar sobre si eso es posible. Por lo pronto, vean sus tunas. Tengo ganas de hacer dulce con ellas, el problema es que son muy pequeñas, así que se me hace que habría que hacerlas con todo y cáscara. Será cosa de probar. Una vez probé una "fresca", yo no sé describir sabores, pero por su sabor agrio se me hizo que estarían buenas con sal y chile.


Pero pienso que la razón por la que las chollas son un elemento tan predominante del paisaje de la península no es tanto por la germinación de sus semillas, como por su capacidad de que cada uno de sus lóbulos pueda desprenderse de la planta madre, aguantar un montón de tiempo resecándose para que, con un poco de lluvia y un sustrato favorable, producir raíz y generar un clon del original. Miren si no.


O miren esto. Muy posiblemente un animal tipo vaca, cabra o coyote pasó junto a una cholla, se le pegaron unos cuantos lóbulos y luego se los quitó o se le desprendieron. Llegó una cosa tipo ratón-rata de campo y royó parte de uno de los lóbulos. Para mi lo increíble es que si lo que quedaba y yo fotografié rodó de la piedra en la que estaba, lo más seguro es que llegue a dar una planta nueva. Eso es increíble.

Y es que de veras, es como si las chollas caminaran. Y si no me creen, vean en la siguiente foto como se quitan la arena de sus patitas, y se empiezan a trasladar con sigilo. Bueno, hay que aclarar que uno se debe quedar bien quietecito para lograr captarlas en esos momentos.

RRS
* Anderson, E. F. & R. Brown, 2001. The Cactus Family. Timber Press, Portland-London, 776 pp.