9/10/08

La Trinidad-I


La Trinidad es un rancho que está a 29 kilómetros al suroeste de Mulegé ("Baja"; 6ª ed., J. Cummings).

Lo mejor es pagar para que lo lleven a uno ya que, al menos cuando yo fui, era un camino de terracería que no tenía señales, por lo que es fácil perderse. En realidad el camino sigue a ratos el cauce de un arroyo, por lo que en tiempo de lluvias me parece que puede ser intransitable casi para cualquier vehículo.

Además de lo anterior, hay otra razón para pagar por el servicio. Las disposiciones del INAH obligan a que cada persona que va a visitar sitios con pinturas rupestres deba registrarse en sus oficinas más cercanas. También es obligatorio contratar un guía (que en algunos casos es un residente del "sitio" que ha sido avalado por el propio INAH).

A mí eso me gustó, ya que es una forma de proteger ese patrimonio. Si acaso algo triste, ese registro permite apreciar que la cantidad de mexicanos que visita el sitio es muy reducida.

Así que ya medio les dije, aunque se oiga rete incómodo, va uno ahí para ver pinturas rupestres, cardones gigantescos y bellísimos paisajes.

Es cuando uno va yendo que se da la oportunidad de ver los cardones. Esta especie es diferente a la que he mostrado antes. Esta es mayor, pudiendo alcanzar los 20 metros; se calcula que algunos ejemplares podrían tener 200 años.

Utilzando a mis acompañantes como referencia, pude calcular que el que aparece en la siguiente fotografía medía como 15 metros. La especie del sur "nomás" alcanza los 10 metros.

Aquí ya sin personas.

Y este sería una vista de ese entorno. Noten que aquí el cardón no tiene ninguna asociación con los mesquites.

Aunque pueda no creerse, estas pinturas rupestres son razonablemente accesibles, eso pese a que una vez llegados al rancho se debe caminar un buen trecho por el cauce de un arroyo con pura piedra bola (usando el "Google Earth" creo que calcule 6 km entre ir y regresar; en tiempo unas tres horas).

A diferencia de lo que suelo hacer, ahora si voy a poner fotos de a despacito. Poquito a poco, pues, nomás pa'que haga vicio.


Esta toma es de cuando uno ya llegó al rancho y va caminando al cañón del arroyo en el que se encuentran las pinturas, según nos dijo el guía esas rocas son señales puestas ahí por los antiguos habitantes (nómadas) de la región. Por los autores de las pinturas, pues. Son mojoneras. Imposible saber si se consideraban colindancias entre grupos o entre lo físico y lo espiritual.

El que sigue es un petroglifo. Se los presento a color y en blanco y negro porque es muy tenue, y no sé cuál se verá mejor.



Según el guía, se piensa que representa a una venada pariendo.

De ahí tomé esta foto, hacia la derecha.

Y ya acá es viendo hacia el frente. Es en ese cañón donde se encuentran las pinturas rupestres. Vean los cactos en la cima. Bien tipo vigías.


Ahora vean que chulada. Aparentemente los metates no eran transportados, sino que se "dejaban" para ser utilizados por cualquiera que pasara o regresara. Buena onda los cuates.

Es el mismo, nomás otra toma.


La que sigue como que ni al caso, pero me gustó. Me impresiona la forma en que los seres vivos se empecinan en conquistar y arraigar en zonas tan inhóspitas. Aquí acababa de pasar la época de lluvias. Les faltaban varios meses para recibir un aguacero, y eso quién sabe. A puro rocío van a estar esos pitayos ¿cómo la ven? Eso si, solecito no les va a faltar.

Y aquí, de a tiro a lo chafa, repito la última foto del capítulo previo. En blanco y negro para que no critiquen mucho. Mi única justificación es que están en la entrada del cañón, en sentido real y figurado, sin ellas no podría iniciarse el recorrido ¿no?
Son las mismas manos, quizás, que usaron el metate aquel.

Qué maravilla ¿verdad?


Ahora les toca ser pacientes. Algún día llegara "La Trinidad-II" a la cartelera.

Tan tan

RRS

2 comentarios:

Enrico dijo...

¡Qué increíble! Cuando vuelva a ir por esos lares, vamos a esos lugares ¿no?

Xerófilo dijo...

Hola Enrique:

Sería padre, pero recuerda que la península es larga, larga.
Lo que quiero decir es que hay que venir con tiempo.
Desde La Paz es un viaje de unas seis horas hasta Mulegé.
Luego se dedica un día para visitar La Trinidad, y otro día para regresar a La Paz. O sea que nomás de eso ya fueron tres días.
Obviamente aparte hay que ir a otros lugares, y a eso me refiero con lo de que hay que venir con tiempo.

Pero con mucho gusto haría lo posible por acompañarte y, de no ser posible, por darte todas las indicaciones y ayuda de las que sea capaz.

Saludos. Qué bueno que hayas notado lo fotogénico del lugar. Sería increíble ver tus fotos de esos espacios.

RRS